Tengo una sensación de irrealidad, de estar en una novela distopica y esto me da miedo
por Silvia. Uruguaya. Profesión algo complicado de definir.

Yo dividiría la respuesta en dos, por un lado los miedos a situaciones concretas y prácticas: ¿Quién cuidará de mi familiar dependiente? ¿Me atenderán a tiempo en el hospital si me contagio y mi situación se agrava? ¿Habrá suficiente comida, medicamentos? ¿…? Esto, sin duda, es preocupante. Podemos imaginarnos un futuro lleno de peligros y no ver salidas.
Por otra parte, lo que más incertidumbre me genera es lo que hay detrás de toda esta pandemia. Algo intangible, algo que pertenece al ámbito de las conjeturas, de la reflexión.
La sensación que experimento es de que detrás de este pánico, hay una especie de miedo «inducido».
Tengo una sensación de irrealidad, en cierta medida, como que no soy dueña de mi vida, de mis actos.
El día 8 de marzo estaba en la manifestación por la mujer junto a otras miles.
Al día siguiente nos informan de que NADIE puede salir de casa. Día tras días las medidas de confinamiento se endurecen.
La juventud en casa, con el ordenador y un millón de «teletareas». Sentada y quieta.
Los móviles saturados por un sinfin de whatsapps con chistes, audios, informaciones y contrainformaciones.
Se acabaron las manifestaciones de protesta. Las reuniones fuera de las conyugales.
La obediencia teledirigida, ese es el mundo de hoy.
Esta situación actual me parece una mezcla de Farenheit 451 y 1984 de Orwell. Tenemos un «gran hermano» que nos vigila todo el tiempo, llámese televisor, móvil o vecindario. Este segundo aspecto es el que me genera más temor.