El miedo, sufrimiento invisible en el momento actual
por Kathy Otto
En Sí, hay personas que necesita salir a pasear ya he hablado de algunos aspectos que pueden volver al momento actual en un infierno personal, centrándome ante todo en problemas emocionales que puede causar la situación de convivencia o el estado mental a lo largo de la cuarentena, problemas que pueden convertir la escapada a la tienda en un punto clave para la supervivencia emocional.
Pero hay otro problema que hace sufrir a muchas personas: El mismísimo miedo en sus diferentes expresiones, cómo estrés, ansiedad, rabia… Cuando abrimos el tema a diálogo incluso a mi me faltaba consciencia de la gravedad que tiene el tema para muchas personas ahora mismo.
Me hice consciente porque a lo largo de los diálogos alrededor de «Demos cara al miedo» varias personas me han descrito en confianza algunos de los síntomas que están sufriendo en estos días: están tensos y cómo bajo presión, les pueden subir ataques de rabia o necesidad de llorar, e incluso tienen síntomas físicos cómo taquicardias y problemas al respirar. Una amiga me confesó que en un momento llegó a pensar que tenía el virus, pero que los síntomas desaparecieron con una meditación. Otra amiga me contó de que se fue a urgencias por su malestar físico y que allí la diagnosticaron un ataque de ansiedad. Y esto solo de las pocas personas que se me han abierto estos días. ¿Cuántas más están así ahora mismo?
En esta situación el miedo se ha convertido en un problema muy grave para muchas personas. Puede que la causa sea miedo por el virus en si, o por tantos cambios en tan poco tiempo, o por temas económicos…, puede ser diferente. Pero los síntomas son iguales: Estados de miedo y ansiedad. Y que esto este tan generalizado en la sociedad tiene muchos peligros.
¿Cuántas personas entran por ello en furia y necesitan descargar? ¿Terminan atacando aquellos que les rodean? Dentro de casa, los vecinos o a través de redes sociales… ¿Cuántos de estos ataques que hemos observado y sufrido en estos días no son más que personas aterradas desfogándose? ¿Cuántos conflictos que han escalado, incluso rompiendo amistades, son dos diferentes miedos enfrentándose?
¿Y a cuántas personas el miedo al virus está generando cada vez más tensión y rechazo hacia el mundo exterior? Personas que empiezan a buscar desesperadamente la seguridad última, generando presión sobre los demás para tomar cada vez medidas más duras y enfrentándose con toda persona que no actúa a la altura de nivel de pánico. Un pánico que –si se generaliza en la población– podría justificar unas medidas de control de la población que hace dos semanas eran inimaginables.
Aparte, ¿cuántas personas están ahora con ansiedad por su situación económica? ¿O por el mismo encierro que les está desquiciando? ¿Cuántas personas solo están deseando que esto se acabe en cuanto antes porque necesitan salir? ¿Qué medidas están dispuestos a aceptar por la mera promesa de que esto se acabe ya?
¿Y cuántas personas viven sus miedos de manera callada? ¿Encerrados en sus casas sin hablar apenas con nadie? ¿Paralizados totalmente, incapaces ni siquiera de buscar ayuda? ¿En las garras de la angustia mientras de que cuidan de algún familiar dependiente? ¿O aparentando que están bien por teléfono cuándo están a punto de explotar? ¿Cuántos? ¿Cuántas personas ahora mismo están teniendo taquicardias causadas por la situación actual? ¿Y cómo les afectará?
El miedo está ahí, fuera. Y es fuerte, mucho más fuerte de lo que aparenta en estas calles vacías y silenciadas. A muchas personas les ha cegado totalmente la mirada, les ha cegado la capacidad de reflexionas y dialogar. Porque va más allá del miedo, estamos hablando de estados de ansiedad y pánico.
Porque una cosa es sentir el miedo y manejarlo, luchar contra y con él. Otra cosa es estar totalmente en sus garras, paralizado o atacando a lo loco, que el miedo se apodere de ti y guíe tus acciones. Esto es peligroso, muy peligroso, tanto para personas individuales cómo para la sociedad.
Ante esto, ¿qué podemos hacer? Combatir al miedo en uno mismo y en aquellos que nos rodean. Y esto, ¿cómo se hace? Tampoco lo tengo claro, solo tengo claro que lo necesitamos aprender para poder sobrevivir estos tiempos. Descubramos el camino juntos.