Honestidad

Por Charo Rodriguez. 62 años. Madrid. En camino.

Honestidad es la cualidad de anteponer la verdad en los pensamientos, expresiones y acciones. 

Primero en los pensamientos, cuidar que lo que pienso coincida con la verdad, con la realidad. Tanto con la realidad exterior y física como con la realidad de lo que ocurre en mi interior. Aquí no tiene cabida eso de que la verdad no existe. La verdad puede ser tan amplia como para resultar inabarcable a cada una de nosotras, tan amplia como para que lo que yo vivo y comprendo pueda resultar incomprensible, incluso algo insospechado, para ti. Pero lo que es, es. Que yo no llegue a pensar en ello no quiere decir que no exista. Quizás, más exacto que decir que la verdad es relativa seria decir que la verdad que cualquiera puede abarcar es parcial, solo puede ser parcial. 

Admitido que la verdad existe, para ser honestos necesitamos conocer la propia verdad. Necesitamos estar atentos a nosotros mismos, darnos tiempo para ver nuestros verdaderos motivos al actuar, al pensar, al sentir, incluso al desear. ( Recuerdo que hay emociones que no responden a un hecho objetivo sino a un juicio que hago sobre ese hecho) ¿Qué me lleva a actuar así, dónde se ha originado este sentimiento, qué busca tener este deseo mío? 

Claro, esta forma de vivir necesita un ritmo algo más lento que el actual. Necesita cambiar la idea de que lo importante es producir (se puede querer producir cosas distintas del dinero, como la felicidad) por la idea de que lo importante es vivir con verdad. Conscientes de que la verdad con la que puedo vivir, con la que necesito ser coherente y consecuente, es ese trozo de verdad que he descubierto hasta ahora, y abierto, atento, a la verdad que aún me pueden descubrir los otros. Creo que sólo con este cambio de idea nuestro ritmo bajaría la velocidad. Y ya tendríamos ganas de tomarnos un tiempito para mirarnos. ¿Cómo podemos anteponer la verdad si no la hemos visto? 

Sé lo cansino e inconveniente que puede resultar este cuidado y también sé lo glorioso que puede ser el resultado. Por algo los antiguos griegos tenían en la entrada del templo de Apolo, donde se hacían los oráculos, está inscripción: «Conócete a ti mismo». Y en el interior del templo, al final de un hermoso texto, continuaba: «conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses».

Cuánto más conscientes somos de nuestra verdad más seguro sentimos el terreno que pisamos, más seguros y comprensivos estamos al relacionarnos con los demás y más claridad tenemos para elegir, y responder, libremente. 

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